lunes, 1 de abril de 2013

La cigarra y la hormiga: una fábula moderna * ¿Cuál es la moraleja de esta fábula? Si quieres acumular una riqueza duradera, no des créditos a las cigarras.



En occidente, todo el mundo conoce la fábula de la cigarra y la hormiga. La cigarra es perezosa y se pasa el verano cantando, mientras que la hormiga acumula alimentos para el invierno. Cuando llega el frío, la cigarra suplica comida a la hormiga. La hormiga se niega y la cigarra muere de hambre. ¿Cuál es la moraleja de esta historia? La holgazanería genera miseria.

Sin embargo, la vida es más compleja que la fábula de Esopo. En la actualidad, las hormigas son Alemania, China y Japón, mientras que las cigarras son EEUU, Reino Unido, Grecia, Irlanda y España. Las hormigas producen atractivos artículos que las cigarras quieren comprar. Estas últimas preguntan a las primeras si quieren algo a cambio. “No”, responden las hormigas. “No tenéis nada que queramos, excepto, tal vez, un sitio junto al mar. Os prestaremos el dinero. De ese modo, vosotros disfrutáis de nuestros productos y nosotros acumulamos reservas”.

Las hormigas y las cigarras son felices. Las hormigas, frugales y prudentes, depositan sus excedentes de beneficios en bancos supuestamente sanos, que vuelven a conceder préstamos a las cigarras. Estas, por su parte, no necesitan fabricar nada, ya que las hormigas se lo proporcionan a precios muy baratos. Pero las hormigas no les venden casas, centros comerciales ni oficinas. Así que las cigarras los construyen. Incluso piden a las hormigas que vengan a hacer el trabajo. Las cigarras se encuentran con que el dinero que fluye hace que aumente el precio del suelo. Así que solicitan más créditos, y construyen y gastan más.

Las hormigas se fijan en la prosperidad de las colonias de cigarras y les dicen a sus banqueros: “Conceded aún más préstamos a las cigarras, ya que nosotras no queremos solicitar créditos”. Las hormigas destacan más en la elaboración de productos reales que en la evaluación de los financieros. Así que las cigarras descubren formas más inteligentes de empaquetar sus créditos en atractivos activos para los bancos de las hormigas.

Ahora, el hormiguero alemán se asemeja mucho a algunas pequeñas colonias de cigarras. Las hormigas alemanas dicen: “Queremos ser amigos. Así que, ¿por qué no usamos todos el mismo dinero? Pero, primero, tenéis que prometer comportaros como hormigas para siempre”. Por lo que las cigarras tienen que pasar una prueba: comportarse como hormigas durante unos años. Las cigarras lo hacen y, entonces, se les permite adoptar el dinero europeo.

Todos están felices durante un tiempo. Las hormigas alemanas ven los créditos que han concedido a las cigarras y se sienten ricas. Entretanto, en las colonias de cigarras, sus gobiernos observan sus saneadas cuentas y dicen: “Mirad, cumplimos mejor las normas fiscales que las hormigas”. Las hormigas encuentran este hecho embarazoso, por lo que no dicen nada de que los salarios y los precios estén subiendo con rapidez en las colonias de cigarras, lo que encarece sus productos, al tiempo que reduce la carga real de interés, con lo que se estimula aún más la solicitud de créditos y la construcción.

Las sabias hormigas alemanas insisten en que “no se puede crecer a ese ritmo de forma indefinida”. El precio del suelo en las colonias de cigarras toca finalmente techo. Como era de prever, los bancos de las hormigas se ponen nerviosos y piden que se les devuelva su dinero. Así que las cigarras se ven obligadas a vender. Esto provoca una cadena de quiebras. También detiene la construcción en las colonias de cigarras y el gasto de estas en los productos de las hormigas. Se destruyen puestos de trabajo tanto en las colonias de cigarras como en los hormigueros, y el déficit fiscal se dispara, especialmente en las colonias de cigarras.

Las hormigas alemanas se dan cuenta de que sus reservas de dinero no tienen mucho valor ya que las cigarras no pueden ofrecerles nada que deseen, excepto viviendas baratas en zonas con mucho sol. Los bancos de las hormigas se ven obligados a soportar las pérdidas derivadas de los créditos incobrables o a convencer a los gobiernos de las hormigas de que den aún más dinero a las colonias de cigarras. Estos gobiernos tienen miedo a admitir que han permitido que sus bancos pierdan el dinero de las hormigas. Así que prefieren la última opción, llamada “rescate”. Entretanto, ordenan a los gobiernos de las cigarras que suban los impuestos y reduzcan el gasto. “Ahora”, dicen, “es cuando realmente tenéis que comportaros como hormigas”. Así que las colonias de cigarras entran en una profunda recesión.

Pero las cigarras siguen sin poder fabricar nada que las hormigas quieran comprar, porque no saben cómo hacerlo. Como ya no pueden solicitar créditos para comprar productos de las hormigas, las cigarras pasan hambre. Las hormigas alemanas finalmente sufren pérdidas a consecuencia de los créditos a las cigarras. Pero, sin que hayan aprendido mucho de esta experiencia, venden sus productos en otras regiones, a cambio de más deuda todavía.


Mientras esto sucede, en el resto del mundo existen otros hormigueros. Asia, en particular, está llena de ellos. Existe un rico hormiguero, bastante similar a Alemania, llamado Japón. Hay, igualmente, uno inmenso, aunque más pequeño, cuyo nombre es China. También ellos quieren enriquecerse vendiendo productos a las cigarras a bajos precios y dando créditos a sus colonias. El hormiguero chino incluso fija el precio de su divisa en un nivel que garantice el bajo precio de sus productos. Afortunadamente, para los asiáticos, o al menos así lo parece, existe una colonia de cigarras muy grande, y extremadamente diligente, llamada EEUU.

De hecho, lo único que permite saber que es una colonia de cigarras es su lema: “Confiamos en el consumo”. Los hormigueros asiáticos desarrollan una relación con EEUU similar a la de Alemania con sus vecinos. Las hormigas asiáticas acumulan montañas de deuda de las cigarras y se sienten ricas.
Sin embargo, existe una diferencia. Cuando la crisis llega a EEUU, y los hogares dejan de solicitar créditos y de gastar y el déficit fiscal estalla, el Gobierno no se dice: “Esto es peligroso, tenemos que reducir el gasto”. Lo que dice en su lugar es: “Tenemos que gastar aún más, para que la economía siga funcionando”.

Así que el déficit fiscal se hace inmenso.

Esto pone nerviosos a los asiáticos. Así que, el líder del hormiguero de China advierte a EEUU: “Nosotros, vuestros acreedores, insistimos en que dejéis de solicitar préstamos, al igual que están haciendo las cigarras europeas”. El líder de la colonia estadounidense se ríe: “No os pedimos que nos prestaseis este dinero. De hecho, os avisamos de que era una locura. Vamos a garantizar que las cigarras estadounidenses tienen empleo. Si no queréis darnos dinero, subid el valor de vuestra divisa. Entonces fabricaremos lo que solíamos comprar y ya no tendréis que darnos más créditos”. Así que EEUU enseña a los acreedores la lección de un sabio ya fallecido: “Si debes a tu banco 100 dólares, tienes un problema; pero si le debes 100 millones de dólares, el problema lo tiene él”.


El líder chino no quiere admitir que la inmensa pila de deuda estadounidense de su hormiguero no va a valer lo que cuesta, y los chinos también quieren seguir fabricando productos baratos para los extranjeros. Así que, China decide adquirir aún más deuda americana, después de todo. Pero, décadas después, los chinos dicen finalmente a los estadounidenses: “Ahora nos gustaría que nos dierais productos a cambio de vuestra deuda”.

 Acto seguido, las cigarras estadounidenses se echan a reír y reducen de inmediato el valor de la deuda. Los ahorros de las hormigas pierden entonces valor y algunas de ellas mueren de hambre.

¿Cuál es la moraleja de esta fábula? Si quieres acumular una riqueza duradera, no des créditos a las cigarras.

The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved.
Publicado el 27-05-2010 , por Martin Wolf



2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy padre que bueno que encontre la moraleja porque era
Tarea gracias

OdiseaAzul dijo...

A ti.................