Un golpe más en Latinoamérica, esta vez en Brasil, las oligarquías nacionales y extranjeras están una vez más a la ofensiva.
Paraguay, Honduras, Argentina, Venezuela, Brasil, todos aquellos
gobiernos que pretendían recuperar su soberanía y hacer un reparto más
justo de la riqueza estaban en el punto de mira desde hace tiempo, la
CIA y los distintos organismo de la Pax Americana preparaban los
“golpes” que le devolviesen al imperio su “patio trasero”.
Para esta tarea como ha ocurrido a lo largo de la historia los EE.UU
cuentan con la inestimable ayuda de las oligarquías locales, los vende
patrias, una y otra vez el esquema se ha ido repitiendo en América
Latina, solo Cuba fue capaz de liberarse de las cadenas, pero para eso
tuvo que hacer una revolución que primero la libero de los oligarcas
traidores que estaban a las órdenes del “Tío San”.
En Brasil no hubo una revuelta popular contra el gobierno de Dilma,
como en el caso de Venezuela es la burguesía la que sale a la calle
contra un gobierno apoyado por la mayoría.
Una vez más asistimos a un golpe de estado de “baja intensidad”, de
los que funcionan por fases, como ya ocurrió en su momento en Venezuela y
continúa sucediendo, se trataba de crear un clima de crispación social
fruto de acciones bien planificadas desde los grupos de poder nacionales
y extranjeros para eliminar a un gobierno que no les interesa.
Para esto la oligarquía controla todas la herramientas que necesita
que van desde los medios de comunicación hasta la judicatura, tienen el
poder real, controlan los medios de producción y distribución, pudiendo
así generar el desabastecimiento de productos básicos cuando lo
necesiten, o encarecer los combustibles y con ellos el transporte, etc.
Los poderes facticos también son capaces de aumentar la sensación de
inseguridad o de organizar movilizaciones que luego son exageradas y
retransmitidas a todas horas por los medios de desinformación que
controlan.
Cuando toda esta maquinaria golpista “incruenta” no funciona son
capaces de aprovechar el clima de frustración y desconcierto que
producen en la sociedad para dar un golpe por la fuerza.
Lo que está sucediendo en Brasil me toca de cerca, la madre de mis
hijos es brasileña y yo viví en Brasil algún tiempo. Recuerdo cuando el
gobierno de Lula empezó con la campaña “fome cero” para conseguir
erradicar el hambre en este país con tanta riqueza pero a la vez con
tanta desigualdad, también se empezaron a repartir los bonos escolares
para que todos los niños pudiesen ir a la escuela, otro de sus éxitos es
la mejora de la sanidad pública y la gratuidad de los medicamentos para
los que menos tienen.
Voy a permitirme poner un ejemplo cercano y que conozco de primera
mano, el de la madre de mi pareja, esta mujer es una de las muchas
madres solteras que se ven obligadas a sacar adelante a sus hijos con
trabajos mal pagados, el gobierno del PT hace unos años le entregaba una
casa en propiedad, un sueño inalcanzable hecho realidad, el gobierno
también le dio la posibilidad de educar a sus hijos gracias a las ayudas
escolares y de transporte.
¿Alguien puede creer realmente que la clase trabajadora en Brasil es
la que protestaba hoy en las calles contra el gobierno del PT?, solo
puede decirlo quien no conozca su realidad o quien tenga interés en
ocultarla.
No voy a decir que el gobierno del PT lo haya hecho todo bien, hubo
corrupción aunque sin duda menos que anteriores gobiernos, no cumplió
con promesas como las de hacer una reforma agraria, pero este es el
primer gobierno de Brasil del pueblo y para el pueblo, además Lula y
Dilma han sido los primeros presidentes de Brasil no millonarios en
llegar al poder, esto los oligarcas no lo perdonan.
Dilma Rousseff, del partido de los Trabalhadores (PT), que fue
reelegida para la presidencia de Brasil en el 2014 con 54 millones de
votos, fue apartada del cargo por un Congreso Nacional formado por una
mayoría conservadora, son los grandes hacendados, los banqueros, los
especuladores financieros, los grandes empresarios, los pastores
evangélicos, el fascismo, muchos de ellos envueltos en procesos de
corrupción, Dilma fue apartada de su cargo después de un proceso ilegal e
ilegitimo que en la práctica va en contra de la constitución brasileña,
de la democracia y del estado de derecho.
El falso argumento utilizado por la derecha brasileña, PMDB, PSDB y
sus aliados, con el apoyo de jueces fascistas y de una prensa controlada
por tan solo seis familias adineradas, es que el gobierno del PT
utilizo los recursos de bancos y empresas públicas para financiar
programas sociales, que en los últimos 13 años con los gobiernos
presididos por Lula y Dilma, fueron responsables de rescatar a 30
millones de brasileños de la situación de miseria absoluta en la que
sobrevivían, un hecho que parece molestar mucho a la oligarquía
brasileña, que prefieren mantener al pueblo brasileño sumiso, sin
derechos y en la pobreza.
Esta supuesta financiación no supone corrupción alguna, como si lo
hacen los recursos públicos desviados en estados gobernados por el PSDB,
como es el caso de Sao Paulo y no precisamente para obras de interés
social.
Las elites odian a Dilma, o mejor dicho a lo que ella y Lula
representan en Brasil, porque en estos años los gobiernos del PT han
construido 18 universidades federales (el gobierno anterior del
neoliberal Fernando Henrique Cardoso, del PSB, no construyo ninguna),
400 escuelas técnicas del “Pronatec”, porque estos gobiernos aplicaron
el 10% del PIB brasileño y el 75% de los royalties en educación y el 25%
del PIB en salud, se crearon programas como el “Prouni”, “FIES”, y
“Ciencia Sin Fronteras”, que beneficiaron el acceso de estudiantes
pobres y negros a los cursos universitarios.
El programa “Bolsa-Familia” que garantiza hoy la seguridad de
alimentar a 40 millones de brasileños. La sanidad pública brasileña
contrato a 18.000 médicos brasileños y extranjeros para atender a la
población en las regiones más desfavorecidas del país, beneficiando a
unas 50 millones de personas.
El programa “Mi Casa Mi Vida”, entrego cerca de 1.500.000 viviendas a trabajadoras y trabajadores de renta baja.
El programa “Farmacia Popular” garantiza la distribución gratuita de medicamentos a la población.
El gobierno golpista de Michel Temer anuncio la reducción o
cancelación de estos programas sociales, con la más que probable
intención de ponerlos en manos privadas, también anuncio la “posible”
privatización de los “Bancos Públicos”.
El gobierno de Lula pago la deuda de Brasil con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) ya en su primer año de mandato, y desde entonces el
FMI ya no puede interferir en sus políticas económicas.
Las empresas
estatales como “Petrobrás” fueron mantenidas bajo control del estado
brasileño.
El salario mínimo, que era de 50 dólares en la época del FHC es hoy de 200 dólares.
Los gobiernos del PT mantuvieron leyes a favor de la clase trabajadora, además invistieron en programas de reforma agraria.
El gobierno golpista de Michel Temer va a someter nuevamente a Brasil
al control del FMI, bajar salarios, privatizar la “Petrobrás”, entregar
el petróleo brasileño otra vez a las compañías de EE.UU, recortar
derechos a las trabajadoras y trabajadores.
En su momento el gobierno de Lula se negó el ingreso de Brasil en el
“ALCA” propuesto por George Bush. Michel Temer quiere hacer que Brasil
ingrese en esta llamada “Alianza del Pacifico”, un ara de libre comercio
parecida al “TTIP” donde participan EE.UU, Colombia, Chile y Perú, lo
que en la práctica significa un duro golpe para la industria y la
agricultura brasileña, que no puede competir con la industria y la
agricultura Yanqui.
Los gobierno de Lula y Dilma promovieron la integración y cooperación
con los países latinoamericanos por medio de instituciones como el
“MERCOSUR”, la “UNASUR”, y la “CELAC”, y aproximaron a Brasil a Rusia,
China, India, y África del Sur, pensando en un nuevo orden político
internacional, multipolar.
El gobierno golpista tiene el encargo de
devolver a Brasil al área de influencia de EE.UU.
Durante los gobiernos del PT Brasil apoyo la lucha del pueblo
palestino por su autodeterminación y condeno las agresiones
norteamericanas en Oriente Medio, en nuevo gobierno golpista se pondrá
de rodillas ante en Imperio Norteamericano.
Los EE.UU. están a la ofensiva para recuperar el poder en América
Latina, su objetivo es destruir los gobiernos progresistas y que
defienden su soberanía de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay,
Nicaragua, Cuba y Brasil, para imponer este nuevo orden Imperio cuentan
como siempre con el apoyo de las vendidas oligarquías locales, que
venden la soberanía de su patria por un pequeño trozo del pastel.
Brasil está gobernado a día de hoy por un gobierno golpista, ilegal e ilegitimo.
Como final para este articulo recordemos las declaraciones del
golpista Temer tras el teatro del voto de los senadores vende patrias
que dio la puntilla final al gobierno de Dilma, “estoy dispuesto a
privatizar todo lo posible”, con esta declaración de intenciones es el
propio presidente ilegitimo de Brasil quien deja muy claro que intereses
defiende y quienes son los que han dado este golpe de estado contra la
voluntad popular en Brasil.
Por
André Abeledo Fernández