No sé por dónde empezar. Mi estado de ánimo está por los suelos, tras
la decisión que ha adoptado el Comité Federal del PSOE,
que por esperada, no ha dejado de ser golpe para quienes, sin ser
miembros del partido, nos consideramos socialistas y por tanto en
desacuerdo con el hecho de que la derecha reaccionaria que representa
el PP, gobierne con la abstención, que es consentir.
Votar «no» en la primera votación de la investidura a Rajoy y
abstenerse en la segunda para «desbloquear la excepcional situación
institucional»
es vergonzoso; es querer descargar la mala conciencia, para luego volver a cargarla, además
es un fraude a su electorado.
Nos toman el pelo.
Que el partido de la corrupción y de las políticas represivas y
antisociales, gobierne por la acción u omisión de quién se llama Partido
Socialista, de quien dice ser de izquierdas,
es una de las mayores traiciones
a la idea y a su historia. Partido español lo seguirá siendo, pero con
este acto vergonzante, perderá los términos de socialista y obrero.
Muchas personas piensan que hace tiempo ya lo había perdido. Abandoné la
militancia en el Partido hace unos años; aunque nunca la de ser
socialista por la igualdad, la justicia social y la solidaridad, porque
desde que conocí esas ideas, me di cuenta que era algo por lo que
merecía la pena luchar; y transcurridos ciento treinta y siete años
desde que Pablo Iglesias fundara el partido, siguen teniendo vigencia.
es una de las mayores traiciones a la idea y a su historia
Por aquel entonces se consideraba que la sociedad era injusta, porque
dividía a sus miembros en clases desiguales y antagónicas: los
dominantes y los dominados. Los que lo tienen todo, recursos, dinero y
poder; y los que nada tienen, salvo su fuerza vital para trabajar. Los
privilegios de la burguesía estaban garantizados por el poder político y
económico, del cual se valía para dominar a los trabajadores. Por
superar estas contradicciones comenzó la lucha de los socialistas
decimonónicos. Aquel análisis vale para hoy y
la lucha sigue siendo necesaria para conseguir los mismos objetivos.
La historia del PSOE es rica en debates sobre ideas, estrategias y objetivos. En el
Congreso de Suresnes (1974)
comenzó el cambio de orientación política e ideológica, de la edad
moderna del Partido. Se acordó adaptar la idea y la acción a la lucha
por la democracia y las libertades en el interior. En el XVIII Congreso,
con aquel
«hay que ser socialistas antes que marxistas»,
Felipe González, favoreció la revisión ideológica y ya no se ha parado.
Aquel día comprendí lo que era vaciarse, soltar lastre, entregar el
método, la forma de la acción y algunos objetivos por el reconocimiento
internacional.
«hay que ser socialistas antes que marxistas»
Con la Transición a la democracia, el Partido y su siempre
responsable política de Estado, entendió que lo primero era lo primero y
por tanto prioritario, dejándose en el camino algún principio
ideológico histórico y señas de identidad, así como la hermandad con la
Unión General de Trabajadores.
Siendo Rodríguez Zapatero, secretario general, la ideología se fue a «los cerros de Úbeda» y desde allí, su política de derechas, con la
reforma del 135.
Hay que ser socialista antes que marxista y además sin República y con
monarquía parlamentaria; entregados a los designios del capital y ahora
apoyando a la derecha para que gobierne sin trabas.
En la historia de España,
la unidad de la izquierda no ha tenido final feliz.
Pero unidad ha habido y lo negativo de la historia no tiene por qué
repetirse, pese a la llamada de los voceros interesados, argumentando
que volverán a ocurrir los males si no gobierna la derecha.
La izquierda
sigue dividida y en el peor de los casos enfrentada.
La izquierda tiene que cuestionar el poder, sin olvidar que
el
objetivo de la acción política, consiste en la transformación de la
realidad injusta y la función de las ideas y principios en cargarse de
razones.
Hay que tomar el poder y derogar todas las leyes
injustas promovidas en estos cuatro insufribles años de legislatura.
Juntos contra el enemigo.
La derecha está unida, desde el centro, hasta su extremo: liberales,
democristianos, conservadores, franquistas y la extrema derecha. Frente a
ello los partidos de izquierdas se han caracterizado por marcar sus
diferencias.
Entre las formaciones de izquierda, aunque parezca lo contrario, es más fácil coincidir en
el trabajo contra la pobreza, indignarse ante la exclusión social, ser
inconformista con toda forma de injusticia o considerar una aberración
la desigualdad social; dar prioridad a los derechos humanos, por encima
de los intereses de los mercados y ser intolerantes ante las
injusticias.
Pero es más complicado eludir egoísmos partidistas
de organización, personalismos humanos o posiciones tácticas de corto
recorrido.
El socialismo, comunismo, anarquismo, sindicalismo, ecologismo,
feminismo, pacifismo, son ideologías y demandas sociales, que desde lo
específico, dan una visión global de la cuestión para promover la
igualdad, la justicia social y la solidaridad.
Para conseguir sus fines
tienen que llegar al poder y mejor unidos. Unidad desde la diversidad,
frente a la derecha como enemigo común.
Todo puede conseguirse uniendo, no disgregando.
También podría entenderse que el que no quiere la unión o la torpedea
es porque prefiere que el enemigo venza y eso es traición, que puede
haberla.
Todo puede conseguirse uniendo, no disgregando
Y ante la realidad calamitosa la alternativa del PSOE es permitir que
gobiernen Rajoy y el PP. Han reaparecido los viejos políticos de la
Transición para poner orden, evitar que se produzcan desmanes o surjan
intenciones de llevar al partido a la izquierda, por donde se desangran
los apoyos electorales.
Se han cargado a un secretario general ante la
posibilidad de un gobierno alternativo a la derecha.
Con cada
razonamiento de los líderes territoriales, los llamados «barones», en
defensa de la abstención, más firme me siento en mis convicciones y
razonamientos. Con la abstención el PSOE pierde credibilidad y
coherencia; avalan las políticas llevadas a cabo por el PP y blanquean
la corrupción que le cerca judicialmente
.
Nunca un gobierno de derechas es la mejor alternativa. Y además, porque dar el gobierno a la derecha va contra sus principios y su historia.
El llamado bloqueo a la situación política no puede ser la coartada para hacer presidente a un enemigo del pueblo.
Y no ¡Por España! sino por los españoles.
La resolución aprobada, por 139 votos, frente a 96, que
presentó Elena Valenciano, plantea que las terceras elecciones serían
la peor de las soluciones. La resolución argumenta que «se ha producido
una situación excepcional» y que «si no se desbloquea en ocho días
estaríamos ante la disolución automática de las Cortes y la convocatoria
de unas terceras elecciones» con «consecuencias que irían en perjuicio
de las instituciones y de las personas».
El texto remarca que en los
últimos comicios los socialistas obtuvieron «los peores resultados de la
historia reciente».
Para los abstencionistas resulta incuestionable que
no hay más que dos alternativas: o unas nuevas elecciones o el PSOE
contribuye a desbloquear la situación y celebrar unas terceras
elecciones, que sería el peor desenlace posible: «porque sería dañina
para la salud de la democracia, porque es perjudicial para el interés de
España y el de los españoles y españolas y porque puede tener efectos
muy negativos también para el PSOE», que aparecería como principal
responsable de un bloqueo que nadie desea, dice.
Parece que ya no hay tiempo para hacer correcciones, aunque
quisieran; ellos mismos lo han ido perdiendo a conveniencia.
A mi
entender
, los socialistas deben mantener una posición firme, seria y contundente, en un frente amplio de izquierdas;
dar respuestas a los nuevos retos que la sociedad demanda; dotarse de
una organización fuerte, sólida y participativa, en la que la opinión de
las bases sea la que cuente; leal con las ideas, principios y valores
socialistas de siempre; representar los intereses de quienes tienen que
trabajar para poder vivir y a los más necesitados socialmente; presentar
un modelo social diferente y alternativo, por una sociedad justa, en la
que la igualdad sea una realidad y la solidaridad una forma de ser y
actuar.
El texto rechazado proponía «Mantener el voto negativo de los socialistas en una hipotética investidura de Mariano Rajoy».
Para ello explican que hace solo unos meses «el PP suscribió un acuerdo
con Ciudadanos y Rajoy se presentó a la investidura con el apoyo de 170
escaños, lo que tuvo como resultado el fracaso de dicha investidura en
las dos votaciones preceptivas» y nada ha cambiado desde entonces. «Ni
el PP ha dejado de estar bajo la sombra de la corrupción, ni Rajoy ha
mostrado intención de rectificar las políticas a las que nos hemos
venido oponiendo los socialistas.
Todo lo contrario». Hoy sigue siendo
necesario transformar las políticas de la derecha para reparar el daño
social que han causado a gran parte de la ciudadanía, considera el
texto, que pide ser «coherente» con los «principios y la palabra dada a
los ciudadanos», porque ese «caudal de confianza» es el «principal
capital» como partido.
Otros argumentos para reafirmar el rechazo a Rajoy es que la
abstención solo «retrasaría unos meses la repetición electoral», salvo
que el PSOE se comprometiese a dar estabilidad al Gobierno de la
derecha, empezando por los Presupuestos y siguiendo con una sucesión de
leyes y decretos incompatibles con los principios socialistas.
La palabra dada por el PSOE en las elecciones y después de ellas es contraria a la investidura de Rajoy;
la petición del voto a los ciudadanos para poner en marcha el cambio;
la demanda social progresista para poner en marcha un gobierno de
cambio; el precedente de la consulta a los militantes ante el anterior
proceso de investidura.
Por último argumentan sobre el sentir de la
militancia en la multitud de asambleas locales realizadas «a lo largo y
ancho de todo el territorio para solicitar al Comité que mantenga su no a
la investidura de Rajoy».
Parece que las estrategias y las tácticas que sigue el PSOE estén diseñadas por sus peores enemigos.
Antes de que desaparezca en la marginalidad política y social, que
empiezan a vaticinar las encuestas, tiene que recuperar la ideología
socialista y posicionarse claramente en la izquierda con todas las
consecuencias.
No creo que yo lo vea.
Victor Arrogante