viernes, 9 de diciembre de 2016

Populista, el último hallazgo lingüístico de la temporada

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Cada semana trae su sobresalto. El último es más complejo de lo que parece. El italiano Matteo Renzi pierde el referéndum y a partir de ese instante, por arte de magia, deja de ser socialdemócrata para convertirse en otro infame populista.


 Los informativos emiten imágenes de su participación en un concurso televisivo que ganó a los 18 años para sugerir su parecido con Berlusconi y ahí termina la noticia. Ni su dimisión, ni el contenido de la consulta ni el análisis del resultado pueden competir con el hallazgo lingüístico de la temporada: ese adjetivo, populista, que aterroriza a las gentes de orden con sus cuatro inocentes sílabas.


Por si faltaba algo, el vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo, declara que los referéndums los carga el diablo y se queda tan ancho. Es difícil concebir una expresión más contraria al espíritu de la democracia que esta alabanza implícita a la reforma constitucional que Zapatero emprendió en agosto de 2011 aprovechando las vacaciones de los españoles, a quienes no se molestó en consultar, no fuera a ser que le dijeran lo mismo que han dicho ahora los italianos.


Las palabras de Martínez Maíllo representan en sí mismas toda una reforma del Estado que nos aboca al horizonte del despotismo ilustrado.

 Todo para el pueblo pero sin el pueblo. La receta perfecta de la estabilidad consiste en convocar a los ciudadanos a las urnas cada cuatro años y desactivarlos entre elección y elección.


 Esto es lo que hay, y si no les gusta tengan cuidado, el día menos pensado los vecinos de su escalera les llamarán populistas.


Almudena Grandes



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