Una chica denuncia que el novio de su hermana le ha
puesto una navaja en el cuello, la ha obligado a meterse en el maletero
de un coche, la ha llevado a un descampado y la ha violado.
Nadie la
cree. Hay semen de él en la ropa y el cuerpo de ella, pero, como no se
ha resistido, es su palabra contra la suya. La hermana (la novia del
presunto) dice que la chica se lo ha inventado todo por celos. Que tuvo
un lío con el chico para quitárselo, y «perdona» al novio que se ha
acostado con su hermana. Y lo mismo dicen todos los familiares. El caso
ni siquiera llega a juicio.
Hay otra chica que también denunció a este individuo por
agresión, y a la que nadie creyó. Y seguro que hay más chicas a las que
agredió que ni siquiera se atrevieron a denunciar, porque sabían que no
las creerían.
Una de sus víctimas sí que se resistió. No se quedó quieta como las otras. Él la estranguló y tiró su cuerpo al pozo.
Sí, hablo del 'Chicle'.
La chica a la que violaron en
San Fermín no
se resistió. Estaba en manos de cuatro hombres. Sabía lo que le podía
pasar si se negaba. Y, como no se resistió, muchos no la creen.
A mi amiga la abogada catalana Eva Cornudella un
desconocido la interceptó a punta de navaja. La obligó a ir a un cajero
para sacar todo el dinero que el límite de la tarjeta permitía. Ella no
se resistió.
Cuando interpuso la denuncia, la policía la felicitó por su
actitud. Como no se resistió, los policías juzgaron que mi amiga había
sido sensata. Creyeron a mi amiga. Porque se trataba de un robo. Si se
llega a tratar de una violación, no la habrían creído.
Hace 13 años ya un hombre me violó a punta de navaja en
una playa, en Marruecos. Por supuesto que había semen en mi falda y
entre mis piernas. La policía encontró a ese hombre. No le pasó nada.
Nadie me creyó a mí. Y eso que intervino el consulado español. Alguien
en el consulado me dijo que yo tenía suerte porque «solo» me había
violado, y no me había matado. Que podía considerarme afortunada.
Vivimos en una sociedad que convierte a las víctimas en culpables y que normaliza la violencia sexual
Cuando lo cuento, la gente me dice que no me exponga
tanto. Que esto lo puede leer mi hija. O mi familia. O mis amigos. Mi
hija, mi familia y mis amigos lo saben.
En cuanto a lo que opinen los
desconocidos, les respondo: «¿Debo avergonzarme de haber sido violada?,
¿es algo que deba ocultar?». Y me dicen: «No, mujer, pero es algo muy
íntimo…».
Íntimas son las relaciones amorosas, las vacaciones, los
momentos en familia, y la gente los expone cada día en redes sociales,
en programas de televisión, en entrevistas.
Lo que me pasó a mí no fue
íntimo. Yo no quería a ese hombre en mi esfera privada ni en mi vida.
Fue un asunto público, un problema social. Y yo quiero que se sepa
porque estoy harta de que a las mujeres nadie nos crea. Y de qué tantas
mujeres consideren que no se puede hablar de eso.
En España se denuncia una violación cada siete horas.
Pero por cada violación que se denuncia hay muchas que no se denuncian.
Porque la violada lee en los medios o ve en la tele las informaciones de
casos como el de
La Manada o el de
Diana Quer o
el de los futbolistas de Aranda y sospecha que no la van a creer.
Porque el violador, en su caso, fue un familiar (como en el caso de la
cuñada del 'Chicle'), un conocido, un compañero de clase, un grupo de
amigos.
Y no lo cuenta, y lo calla durante años porque cree que no le
creerán o porque le dicen que es «algo demasiado íntimo» o porque se
siente indigna, sucia, terriblemente mal al respecto.
Y así nos hemos
ido creyendo que la violación es un problema residual, raro, que les
sucede a poquísimas mujeres. Cuando lo cierto es que es el pan nuestro
de cada día.
Vivimos en una sociedad que convierte a las víctimas en
culpables. Una sociedad que normaliza la violencia sexual (basta con ver
un poco de porno o '50 sombras de Grey' para entender lo que digo).
Una
sociedad que no ofrece educación sexual en las aulas pero que promueve
la alternativa de la pornografía 'mainstream' violenta como única
escuela de aprendizaje. Una sociedad que ampara el silencio, en la que
ni siquiera la familia cree a la víctima.
Una sociedad que considera que
las mujeres provocan la agresión sexual. Una sociedad que cree de
verdad que una mujer que no se mueve durante todo el tiempo que dura una
relación sexual, está disfrutando.
Y por eso ven el vídeo de la
agresión de La Manada y se atreven a decir que no ven una violación.
Una sociedad que arropa en la impunidad a quienes agreden.
Vivimos en una sociedad en la que el silencio nos hace cómplices de este sadismo.
http://www.elperiodico.com/es/opinion/20180106/el-chicle-arandinos-la-manada-nuestro-silencio-complice-6531758